Un día normal. Me levanto antes de las 5 AM. Leo el twitter. No hay papel, ni higiénico ni de periódico. No hay leche. No hay pasajes, o peor, no hay aviones. No hay cupo electrónico de CADIVI, es más, eliminado CADIVI. Hay que racionar el pan. Se publican listas de precios de carros regulados, que no hay en ninguna parte. Y así puedo seguir hasta la noche. En nuestro país se ha cumplido al pie de la letra aquella orden de final del año pasado (abro comillas) que no quede nada en los anaqueles!! (cierro comillas).
Cada vez más difícil recordar cómo era vivir en democracia, cómo era nuestro día a día. El esfuerzo que se hace desde el régimen por procurar que nos habituemos a esta minimización, a esta miseria mental y emocional, es inmenso, y desproporcionado totalmente con el esfuerzo que tiene que hacer cada día nuestro espíritu por impedir que nuestra memoria libertaria nos abandone.
Me tomaba un café en estos días con una amiga que me decía "es que si solamente fuera la escasez, que no hay pan, o harina, bueno, uno se las arregla, hace la cola y consigue. Pero la inseguridad, eso sí es una pesadilla".
Implacable argumento a favor de la inseguridad como el más terrible de nuestros males, que promueve un estado de miedo que es el que realmente nos está paralizando.
Pero tras ese argumento aparentemente lógico, no puedo dejar de sentir angustia, al darme cuenta de que al final, el régimen está avanzando hacia el logro de su objetivo de control absoluto de nuestras voluntades. ¿Cómo es posible que nos parezca aceptable esta modalidad de tarjeta de racionamiento que estamos viviendo? ¿Qué nos pasa?
Me niego a aceptar esta condición de control, subordinación, servidumbre. Y mientras mi mente, mi espíritu y mi corazón sientan la libertad de pensar y de discernir, mis actuaciones serán coherentes con ello. Les invito a reflexionar sobre ello, sobre el valor de la LIBERTAD.
#NoMeConformo
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